miércoles, 1 de mayo de 2013

Historia de una aventura- parte 7


"Link..."
Zelda se aferró a los ropajes verdes. "Ten cuidado. Las gerudo son agresivas y no están para bromas. Por favor, ten muchísimo cuidado..." Link suspiró, sonriente. "¡No te preocupes, rosa!" dijo, alegre. "¡No podrán hacerte daño, ni a mí tampoco! Tranqulízate, relaja esos nervios tan delicados que tienes."
Pero Zelda frunció más el ceño. No podía estar tan segura de que les dejarían tranquilos. Bajó la cabeza, hundiendo aún más las uñas en la ropa de Link, quien gimió y rectificó su postura encorvada.
Después de escasos minutos, se apearon cerca del fuerte Gerudo y ataron a Epona en una palmera próxima a ellos. "Link, yo... Me quedaré con Epona. Siento no poder acompañarte." confesó la princesa. Link sonrió, burlón. "Cobardica, no te va a pasar nada... Pero tú misma."
El héroe se encogió de brazos y empezó a caminar.
A pesar de su aspecto relajado, había una chispa amenazante en sus ojos azules. Puso la mano en la empuñadura de su espada disimuladamente y se humedeció los labios.
Ya era tarde cuando intentó sacar la espada.
Una hoja afilada se hundió en su muslo y rajó su pómulo inesperadamente, tirándole al suelo con un aullido de dolor. Recuperó su arma y consiguió herir a su enemigo en el brazo... Pero, después de esto, perdió de nuevo su espada y le fallaron las piernas, cayéndose otra vez.
Cuando la afilada daga de su oponente se disponía a atacar su indefenso cuello, fue rápido y sus manos enguantadas sujetaron las muñecas de su agresor y consiguió ver su rostro.
¡Quién iba a ser si no! Una gerudo...
Link gruñó, lamiéndose la sangre del labio y empujó a la individua, pero ésta no cedió y no se borró de su mente la idea de matar al héroe. Su puñal iba ganando terreno, a unos pocos centímetros del cuello de Link, pero su fuerza cesó de repente y gimió, poniendo los ojos en blanco.
Cayó sobre el cuerpo de Link y el joven arrebató la daga a la moribunda gerudo y descubrió a su salvadora.
"¡Zelda!"
"No me mires así. Sólo te he salvado la vida. Como tú haces siempre."
 
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La pareja dio la vuelta al cuerpo de la agresora, quien sonreía con una mueca de dolor.
Su velo que antes le cubría medio rostro estaba entre la arena, con manchas extremadamente rojas.
"¿Qué os trae por aquí, viajeros?" dijo, jadeante, con una voz grave y relajada. "Sólo queremos preguntar a tu pueblo si le suena haber visto a una joven capturada, o haberla oído, o haberla conocido." contestó el furioso Link.
La gerudo soltó una débil carcajada y miró, desafiante, al joven. "Hemos cometido muchos delitos, pero nunca nos han hecho nada ofensivo por la razón de ser peligrosas... Puede que sepamos algo, sí."
"¿Por dónde podrían saber algo?" preguntó, inocente, Zelda.
La gerudo sonrió entre dientes. "No sé. Por todos y ningún lado."
Después de esto, rió.
Y murió.
Sonriente.


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