El Héroe del Tiempo avanzó a grandes zancadas hasta el mercado de la Ciudadela, preguntando a cada centinela que se encontraba caminando. No obtuvo dato alguno, y se dirigió al Castillo Real.
No había hablado con el guardia de la puerta cuando una voz le llamó. "¡Link, entra por favor!"
Al oír esto, el guardián le dejó pasar y Link subió los escalones a toda prisa, siguiendo esa voz que le pedía a gritos que acudiera a la sala de encuentros. Cuando abrió la gran puerta, se encontró con una mujer de largo pelo moreno, trenzado con hebras de oro a los lados. Llevaba un vestido con largos faldones y hombreras ajustadas a los delicados hombros. Esbozaba una gran sonrisa tranqulizadora. Link no daba crédito a sus ojos. "Zelda, ¿de verdad eres tú?" exclamó.
La princesa de Hyrule no podía ser otra que esa bella joven que se encontraba encaramada a la pared llena de mosaicos y frescos. "Esperaba tu llegada" dijo Zelda mientras se lanzaba a estrecharle entre sus brazos enguantados. Link se quedó boquiabierto y decidió guardar silencio. La princesa río divertida y se separó, traviesa. "¡Pareces agobiado! ¿Qué ha pasado?" preguntó. "E-es una larga historia... Verás, hace tiempo que me marché a recorrer el ancho mundo en busca del Mal y pasé dos semanas de vagabundeo por Hyrule..."
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"Emocionante historia... Efectivamente, estabas equivocado. Yo no he sido raptada para nada." murmuró Zelda, perdida su mirada en un cuadro enorme de sí misma. "Entonces... ¿Quién fue la mujer a la que han raptado?" se preguntó Link.
"Quizá sea una conocida... ¿Quién sabría tu nombre sino una amiga?" reflexionó la princesa. "Hay que razonar un poco más el tema. Puede que fuera una completa individua desconocida o una enemiga que intenta engañarme." dijo Link.
En esa sala de encuentros, estalló un conflicto entre héroe y princesa, una discusión que no podía durar mucho tiempo... Éste se agotaba, y la presa del Mal seguía chillando.
"Link, ayúdame"
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