jueves, 11 de abril de 2013

Historia de una aventura- parte 4


"Iniciemos la marcha." "La ruta será esta: primero toda la ciudadela, después el desierto Gerudo, luego la Montaña de la Muerte y por último la región zora. Lo demás se lo dejamos a tus mensajeros." explicó Link. "De acuerdo. Cogeré uno de mis corceles mientras me esperas aquí llamando a Epona." replicó la princesa Zelda.
Los dos héroes se encontraban en la plaza cercana al Castillo, planeando su excursión y preparando las provisiones para unos tres o cuatro días de caminata sin pausa. Link se ajustó el cinturón y las botas, silbando mientras sacaba la ocarina. Tocó la bella canción de Epona y dijo mentalmente: <<Espérame en el puente levadizo, yegua mía...>>
Suspiró y se sentó en la fuente, observando a los muchachos jugar con el perro callejero que vagabundeaba por la ciudadela día y noche. Sonrió y, sin guardar su querido instrumento, se puso a tocarlo mientras se iba colocando delante de los niños. Éstos le miraron con curiosidad y se sentaron, acariciando al cachorro que correteaba entre las faldas de las chicas y los remiendos de los pantalones de los niños. Quién iba a decir que de un pequeño espectáculo para los pequeños se iba a convertir en el show de gran éxito en la ciudadela. Una gran muchedumbre se agrupó para oír al joven tocar la frágil ocarina.
Cuando acabó, todo se sumío en aplausos y vítores. El público se entusiasmó tanto que pedían a gritos que volviera a la carga. Link se ruborizó y decidió no confesar que se había equivocado en algunas notas, fallos muy graves. Cuando todo volvió a la normalidad, la princesa Zelda apareció en escena con su blanco caballo. "Buena actuación." "¿Me tocas otra?"

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